El Tío Goyo
- Alysia
- 5 jul 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 7 jul 2021
Muchos tendrán algún tío lejano que se hace mencionar de vez en cuando en conversaciones de sobremesa. A través de leyendas o chismes familiares, te enteras de algunos detalles de su vida: que es alto, fumador, y de carácter fuerte, o que vive con una pareja encantadora en otro estado del país... sin embargo, no lo conoces personalmente. El volcán Popocatépetl—al que aquí le dicen el Don Goyo— fue como ese tío misterioso al que nunca había conocido. Desde mis clases de geografía en la escuela primaria había escuchado hablar sobre él—quizás su nombre hasta alguna vez fue la respuesta en una pregunta de examen. De seguro había visto muchas fotos en las que aparecía el tío Goyo, mas nunca registré consciente o intencionadamente su cara en mi memoria... hasta el día en que nos conocimos.

Llegando a casa de nuestra amiga y anfitriona Angelika en la Ciudad de Puebla, subimos inmediatamente a la azotea para ver el atardecer— incluso antes de descargar nuestras bicicletas. Es ahí de donde mejor se alcanzan a ver Don Goyo y la bella Iztaccíhuatl en su pleno esplendor. Cada amanecer que pasé en esa casa, despertaba con una vista despejada y directa hacia ellos. Hasta entonces no sabía, o nadie me dijo, que los volcanes activos estornudan regularmente, escupiendo una fumarola de humo grisáceo que flota y se esfuma entre las demás nubes del cielo. Mientras disfrutaba descubrir estos pequeños detalles que me iban familiarizando con él, también me di cuenta que desconozco mucho sobre lo que implica vivir tan cerca de tal sobresaliente y predominante presencia.
Hablando con varios habitantes de la zona, aprendí que así como yo celebraba la cancelación de clases en Vallarta por alertas de huracán, o en Canadá por sus "días de nieve", en Puebla son las "exhalaciones de ceniza" las que igualmente interrumpen salidas y labores fuera de casa. En otras palabras, es la respiración del Tío Goyo. También aprendí que aunque la ceniza es tóxica para nuestra piel y vías respiratorias, provee ciertos microelementos que al revolverse con la tierra pueden servir de abono para las siembras aledañas. Pedaleando por la región, se me hacía agua la boca observando su preciosa diversidad de cultivos, incluyendo todo tipo de flores, hortalizas, lechugas, alfalfa, amaranto, nopales, higos, duraznos, peras, etc. Su abundancia de granadas y nueces de Castilla es lo que le da el título como "La cuna de los chiles en Nogada"— la especialidad de una hermosa familia que nos hospedó en San Nicolás de los Ranchos. Lamentablemente, nos adelantamos a la temporada del afamado platillo, pero me conformo con haber visto los árboles de su jardín saturados de fruto a punto de madurar, y con la cálida invitación de Doña Rocío para regresar en Agosto si así lo desean nuestros paladares.
De cada persona a la que le pregunté lo que sentían por vivir en San Nicolás, percibí mucha tranquilidad y ligereza acerca del tema del volcán, a pesar de ser el último municipio en camino hacia el cráter. Me decían que para ellos era normal, que ya era parte de su costumbre, y que siempre les había tocado vivir así. Por un lado, me parece increíble la habilidad humana de adaptarnos a cualquier entorno, y por otro lado, la fidelidad que nos lleva a arraigarnos a uno sólo y en particular. Al que determinamos nuestro hogar. Hubo una persona al que le ganó la curiosidad y que me contestó con otra pregunta: ¿Pues, tú qué sientes por vivir en tu bicicleta?
Es una pregunta que me hago, si no diario, entonces muy seguido. De cierta forma, también lo he normalizado. Me he acostumbrado a ciertas rutinas que implica vivir de esta manera, a los hábitos y rituales, personales y como grupo que hemos logrado establecer. Como todos, nos adaptamos a este contexto para poder seguir viviéndolo. Pero, ¿qué se siente realmente vivirlo?
Para mí, viajar por México es como ir conociendo a mis parientes lejanos. Es por fin ponerle la cara a la gente y a los lugares de los que tantas veces había escuchado; de los que se inundaba mi imaginación y se alimentaba mi curiosidad. Es ver con mis propios ojos, saborear con mi propia lengua, y sentir con todos mis poros abiertos la esencia de cada uno de ellos— dejándome sorprender por sus singularidades, ya que nunca fallan en hacerlo. Resulta que tengo muchos más parientes de los que creí, y que mi árbol genealógico es mucho más amplio de lo que imaginé. Hay algunos de los que apenas me vengo enterando por primera vez en el camino, pero de cualquier forma me hacen sentir bienvenida y en casa, sellando el vínculo y recuperando el tiempo perdido a través de nuestro re-encuentro.

Invertir este tiempo, mente y energía para enfocar en el mundo no sólo está siendo muy gratificante para mí, sino que lo siento como algo importante para mi futuro. Me rodeo de nuevos entornos sin intenciones de desconectar ni escapar, sino al contrario, de re-conectar y regresar a casa, siendo cada uno de ellos parte de mi herencia como ciudadana de la Tierra. No en el sentido de que me pertenecen, sino en el que yo pertenezco a un linaje natural global. Nuestros tesoros y joyas de familia están regados por todas partes, pero hay que conocerlos y valorarlos para querer rescatarlos y poder defenderlos.
Parada frente al Popo y la Izta (y francamente, algo abrumada por su inmensidad) me di cuenta que mi propósito de cultivar una dinámica de admiración y entendimiento con el planeta es apenas el primer paso. No sé qué viene, pero me consuela el aliento de cada uno de los encuentros en este largo viaje familiar.
Es muy cierto! Nunca lo había percibido de esa manera: todos tenemos ese tío Goyo y muchos más parientes sin conocer aún. Cabe mencionar, en lo personal, que soy Mexicana y aún me faltan por conocer todos esos parientes que solo veo por fotos y escucho de ellos! Mexico es un país hermoso y se que hay tanto que conocer. Sus paisajes, su gastronomía , cultura, la gente! Muchas gracias por compartir tu experiencia a través de estas palabras tan bellas donde al leerlas uno puede experimentar un poco de esos parientes y de ese tío Goyo! Me considero un alma aventurera sin embargo no e tomado la decisión de hacer lo que ustedes están haciendo. No te imaginas lo…