Fuera de Tiempo
- Alysia
- 25 may 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 16 jul 2021

Este mes se cumplen siete desde que salimos de Tulum. Si en Octubre nos hubieran preguntado dónde creíamos estar en siete meses, no hubiéramos podido contestar con certeza, pero puedo asegurar que nunca nos hubiéramos imaginado que en Xalapa, Veracruz. Es una de las lecciones de vida más grandes que nos ha aportado este viaje: no hagas planes.
El otro día platicaba con Paco, un gran amigo, mentor y compañero cicloviajero que conocimos en Coatzacoalcos en Noviembre. Le contaba que aún no habíamos salido de su estado Jarocho y él me contestó lo siguiente en un audio:
“El viaje es así, mi querida Alys. El viaje es dejarte llevar por lo que te pide el viaje. A veces el viaje te pide que aceleres. A veces el viaje te pide que frenes. A veces el viaje te pide que reflexiones. A veces el viaje te pide que te destruyas. Así es la vida, ¿no? Siempre hay que estar abiertos a lo que pida la existencia.”
Y es que es así, tal cual. Nuestro viaje no ha sido ni constante ni predecible, y ni nosotros somos los mismos que cuando recién partimos. Nuestros cuerpos son diferentes, nuestros propósitos son diferentes, nuestras perspectivas, expectativas, hábitos y habilidades, intereses, dinámicas, prioridades y motivaciones se han ido adaptando conforme a nuestro crecimiento personal.
Hay algunos cambios que son más evidentes desde afuera— como mi pelo que ahora mide alrededor de 13 cm., y Delta que ya pesa 17 kilos, o el hecho de que somos uno menos en el equipo (¡te extrañamos Yenina!). Sin embargo, también noto muchos cambios que son más internos y quizás imperceptibles para alguien que no ha experimentado este estilo de vida.
Viajar en bicicleta también implica una alteración en la conciencia de quien lo practica, sobre todo en la percepción del tiempo. El tiempo se mide y se vive diferente, como si la bicicleta creara su propia temporalidad. El tiempo se ha vuelto de las más palpables incertidumbres en nuestro día a día: ¿Cuántas horas tardaremos en llegar ahí? ¿Cuántos días permaneceremos aquí? ¿En cuántas semanas llegaremos allá? ¿Dónde estaremos después de tantos meses? ¿Por cuántos años seguiremos haciendo esto?
En algún punto estas preguntas me inundaban la cabeza regularmente— ya sea por mi propio cuestionamiento o porque alguien mas me las estuviera haciendo— e intentaba contestar con cálculos, cuentas y aproximados. Ahora entiendo que son preguntas para las que no existen respuestas acertadas, y que es mejor cambiarlas por los sabios consejos de nuestra nueva mejor amiga y compañera de viaje, la Paciencia. Ella nos enseña que hay momentos para todo, y que esos momentos siempre llegarán. Y no somos los únicos que habitamos en esta sintonía con ella, sino que todas las plantas y animales a nuestro alrededor fluyen, maduran y envejecen intuitivamente, como con un reloj interno que sólo ellos saben escuchar. Es decir, practicar la paciencia no sólo nos ahorra el estrés de la prisa, sino que también nos pone más en contacto y nos sincroniza con los tiempos y ritmos de la naturaleza. Nos permite vivir más presentes.
Sin embargo, para mí, el mejor regalo que me ha ofrecido mi querida Paciencia es su don de ralentizar el tiempo. A veces siento que siete meses suenan como muy pocos, relativo a todas las experiencias que hemos vivido e historias que hemos acumulado. Ahora sé que el tiempo sólo pasa tan rápidamente como lo vive uno. Si eres como yo y te gusta saborear cada minuto, o eres de esos que quisieran que algunos momentos no se acabaran nunca... más vale ir lento y paciente.
Después de mes y medio en Xalapa reflexionando sobre todo esto y mucho más (a petición del viaje), ahora nos pide que sigamos nuestro rumbo. Seguiremos aprendiendo todos los días a escuchar y a poner en practica lo que dicta nuestro reloj interno, lo cual no siempre es fácil coordinar entre tres personas muy diferentes. De hecho muchas veces no concordamos en ello, pero hacemos que funcione... e igual tratamos de divertirnos y reírnos cuando no. Así, por lo que tengo entendido, es el viaje en familia :)
Felicidades por el crecimiento espiritual, fortaleza de tu cuerpo, que día a día supera por sencillo o complicado cualquier situación y q hoy se ve como algo más q sucede, todo es posible y que ese pedalear nos enseña a ser pacientes, más perceptivos, disfrutar desde escuchar el canto de una ave o de admirar grandes y majestuosos paisajes, felicidades también a un tu gran compañero Alexander, siempre ahí cerca tus sueños y por los que vendran🚴♀️🚴♂️😍